miércoles, 16 de marzo de 2011

La vida a pedales

Hoy he desayunado de nuevo con Eva. Qué mujer. Por ella parece no pasar el tiempo. Sigue exactamente igual que cuando compartíamos mesa en el instituto. Con más arrugas, más culo y alguna cana, pero igual que entonces. Idiota.

En ella la bipolaridad es una cualidad innata y, por lo que he comprobado hoy, perenne. Otras tenemos la cualidad de la pereza y mi compañera de clase de hace 20 años tiene la de la indecisión acentuada por un fuerte trastorno mental que la obliga a sopesar los pros y los contras de todo hasta el infinito.

- ¿Qué tal querida?
- Aquí estoy, tratando de decidirme
- Vaya por dios, me lo temía

Y entonces comienzan mi particular calvario combinado con la sensación de deja vú permanente, que a primera hora de la mañana y con media de mantequilla delante no es fácil de digerir.

- Si elijo al nuevo, estaré más cómoda. Lo sé. Seré más feliz porque todo será más fácil.
- Cierto, es la mejor opción querida ¿Prefieres el café en taza o en vaso?
- Pero la seguridad de quedarme con el de toda la vida……
- Eso también es verdad. La tranquilidad tiene un precio que todas debemos pagar. Además no será para tanto.
- Uy que no, te cuento, te cuento
- Lo quieres en vaso, que esto va para largo.
- El nuevo tiene un aspecto impresionante y al de siempre ya le conoces. Igualito que cuando nos conocimos.
- El joven entonces. Lo podrás domar, tonta….. La tostada te la tomas con aceite que la oferta es demasiado amplia.
- Pero no sé si nos acoplaremos bien. El otro y yo encajamos a la perfección. Son tantos años….

Una hora, treinta y cinco pros, cuarenta contras, dos cafés y un par de viajes al baño para acordarme de toda la familia de mi amiga después, ella continúa dándole vueltas a la cabeza y se despide sin más.

Yo le he recomendado comprarse una bicicleta. Un hombre, como un coche, por cómodo, potente y lustroso que luzca consume energías al mismo ritmo que el resto. Los pedales son más sanos, te ponen el culo duro y los manejas tú solita.