miércoles, 24 de septiembre de 2008

Una revelación socioeconómica a base de legañas

He tardado en darme cuenta, pero hace unos días tuve una revelación y por fin he comprendido cuál es la verdadera diferencia entre los ricos y pobres de esta década del cero. Cierto es que el secreto se me descubrió a eso de las siete de la mañana con un café, un cigarro y las legañas sin despegar, pero algo me dice que no es tan descabellada la idea.

Es una cuestión sencilla. Si usted es pobre con toda probabilidad sólo buscará en las páginas del diario un índice. Se llama Euribor y es el primo de un señor antipatiquísimo que cada cierto tiempo se pone delante de las cámaras para decir que su familiar ha tenido que engordar o crecer para paliar la crisis. El primo antipático es el director del Banco Central Europeo y se presenta casi siempre como un salvador y te vende la moto de que si hay hormonar al Euribor para que crezca es por su bien y la paz mundial. Entonces a usted le vuelven a crecer unas cuantas canas y empieza a despedirse de las cañitas de domingo en el bar de abajo.

En cambio, si usted es un contribuyente rico (si es que eso es posible) no conocerá ni de vista a estos dos primos internacionales, tendrá garantizadas las cervezas con gambas de cada fin de semana y será íntimo de otro índice pero nacional: el IBEX 35. Este si lo hormonan y crece suele llenar de alegría al personal, pero si baja como ocurre últimamente provoca una reacción inmediata: usted se acuerda inmediatamente de Leman Brothers y particularmente de la mother que los parió.

Lo único que nos acerca a pobres y ricos en los últimos tiempos es que tanto unos como otros andamos bien jodidos por la dieta diseñada para los dos índices de nuestros sueños y pesadillas. A alguien le ha dado por engordar al euribor y por lograr que el Ibex se quede en un suspiro. Resultado: todo dios al borde del infarto, incluido el dueño del bar de la esquina al que se le acabará por agriar la cerveza y morir de pena las gambas.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Ojos que no ven, cuernos que te ahorras

Rosa cumplió ayer 92 años y a ella el alelo 334 le trae al fresco.
- Que sí, abuela, en serio, que unos científicos muy importantes han descubierto que los hombres tienen una cosa dentro (cualquiera le explica a estas alturas lo que es un gen) que los hace infieles por naturaleza.
- Ya ¿y?
- Leche, abuela, que los pobres no tienen la culpa.

A Rosa, que no tiene fuerzas para soplar las 92 velas de una tarta, le importa bien poco la predisposición genética a la infidelidad. Ella, que antes de enviudar hace cosa de 4 años pasó 6 décadas con su marido y asegura que nunca se fueron a dormir enfadados, es una convencida de que ojos que no ven, cuernos que te ahorras.

- Ya abuela, pero ahora lo moderno es contárselo todo. Es una cuestión de confianza.
- Claro, hija, claro. Eso es ahora, pero antes nos gustaba vivir felices. Y dices que eso que han descubierto ¿qué era?

La abuela tiene pérdidas de memoria a corto plazo, hay que entenderla

- Pues resulta, que hay hombres que tienen que ser infieles porque es su naturaleza
- ¿Y eso se opera, chica?
- No abuela, eso no tiene remedio.
- Pues, nena, míratelo no vaya a ser que tengas el bicho
- Abuela, que son los hombres.
- Pero estamos hechos de lo mismo, niña.
- No abuela, es diferente.
- Ya, claro. ¿Y tu marido, dónde anda?
- Trabajando, abuela, ya sabes que él sale siempre tarde de la oficina.
- Claro, con los hombres ya se sabe…
- Abueeeela, que está trabajando
- Eso, hija, los hombres, que les gusta tomarse la copita antes de cenar.
- Que no
- Ya.
- Felicidades, abuela.

lunes, 1 de septiembre de 2008

De mayor quiero ser Isidoro

He tardado varias décadas, pero por fin he descubierto qué quiero ser de mayor. Lo he sabido esta misma mañana cuando he llegado a la sección de economía del diario. Yo quiero ser Isidoro Álvarez; vamos, que quiero ser un señor muy serio que posa para la prensa con cara de funeral de Estado antes de entrar en la junta general de accionistas de El Corte Inglés para decirles que la cosa se está poniendo muy malita (“tenemos ante nosotros un horizonte muy complejo”, dijo) porque este año las ventas sólo han crecido un 4,7% y sólo hemos abierto cuatro centros nuevos.
Ahí está el tío. Vamos, que no le llega la camisa al cuello por la crisis. Y yo creyendo todavía en la infalibilidad del banderín verde. Porque, vamos a ver, si alguien ha leído La Caverna de Saramago sabrá de lo que hablo. Un centro que se extiende y crece hasta abarcarlo todo y anular al común mortal ¿puede entrar en crisis? Pues oye, que se ve que sí.
Pues a pesar de todo yo quiero ser Isidoro porque me da que este hombre no es un millonario sin escrúpulos que paga una miseria y explota dependientas. No, Isidoro se preocupa por las familias y sus bolsillos, según parece. Y yo de mayor quiero ser un alma caritativa como él y así cuando por las mañana acabe el café y cierre el periódico no tendré que volver a la cola de la administración de loterías a echar la Primitiva, que por cierto parece que ha crecido en ventas un par de puntos más que El Corte Inglés. Eso, señores, también es por la crisis.