miércoles, 8 de septiembre de 2010

Pitágoras me pone

En un triángulo rectángulo, la suma de los catetos A y B al cuadrado es igual a la longitud de la hipotenusa (C) al cuadrado.

Meses me llevó aprenderme el dichoso Teorema de Pitágoras y años, entenderlo. La razón es sencilla. Siempre he sido un poquito obstusa y el dichoso teorema se refiere a los triángulos rectángulos.


Algo, por otra parte, absolutamente imposible más allá de la teoría matemática. ¿Un triángulo recto? Venga ya. … Cuando tres intervienen aunque sea para juntarse en figura geométrica es imposible que salga nada derecho. He intentado confirmar el teorema del matemático griego hablando con mis amigos ilustrados. Son pedantes y pocos, pero alguno tengo. Me han convencido de que efectivamente si juntas un par de catetos con cierta gracia y sólo en la medida justa es más que probable que la hipotenusa dé el resultado previsto.

Y el caso es que cuando conoces a los catetos en cuestión y conversas unos minutillos con ellos entiendes por qué anda tan contenta la hipotenusa. Parecía tonta, pero ahí rodeadita por cada lado, pues la tipa se crece, se eleva al cuadrado o a lo que haga falta. Claro que como todo lo que quiere ser perfecto sólo es posible bajo las circunstancias adecuadas.
Mantener el equilibrio no debe ser fácil.

Los lunes, miércoles y viernes atiendes al cateto “A”, que es más de copa de vino, música tranquilita, conversación pausada y poco dado a las manifestaciones cariñosas. Los martes, jueves y sábados, te quedas con el “B”, que disfruta con una caña, unas risas en cualquier tipo de polígono tenga los lados que tenga y capaz de estrechar el ángulo para achucharte.
El domingo, por supuesto, estás, como tu propio nombre indica (hipo significa debajo) por los suelos y te da por replantearte toda la doctrina matemática y mandar a Pitágoras a … digamos… tomar viento, que se rige por las leyes de la física y el empirismo que es una cosa mucho más práctica que la geometría. O no.