jueves, 5 de junio de 2008
Poeta
En su bolsillo guardaba aún el paquete que aquel viejo guardia le había regalado la noche anterior. Ya empezaba amanecer cuando Federico sacó el último cigarrillo de su chaqueta. Mientras lo encendía recordó los amaneceres en el Albaicín, las tardes en el Empire State, las mañanas de café, los versos, los caminos, La Habana… Dio la primera calada. El humo no salió, apagado por una ráfaga de disparos en aquel paredón.
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