jueves, 17 de noviembre de 2011

Marta se ha hecho un lifting

Marta ha tardado 22 años en llegar al principio de la cola, pero por fin hoy ha alcanzado la ventanilla. La ha atendido un señor malencarado, con halitosis, poco pelo y traje de Armani. Un triste personaje al que afortunadamente no tendrá que ver más porque hoy Marta ha comprado el billete para su libertad.

Hay quien pasa aún más tiempo en la cola y no consigue subirse al barco, pero Marta es ágil y muy valiente, así que ha sacado plaza en la proa y desde allí a lo Kate Winslet, pero sin necesidad de ningún Di Caprio que le haga de muleta, se ha soltado la melena y luce un cutis que ya quisieran en cualquier laboratorio cosmético para sus modelos. Porque subirse a según qué barcos puede ser arriesgado, pero la aventura es a las arrugas lo que mi vecina del 5º a los carteros comerciales, que a gritos los deja suaves suaves.

Las que observamos desde la mitad de la cola y empezamos a temer que la ventanilla donde reparten plazas para la libertad cuelgue en breve el ‘No hay billetes’, en cambio, lucimos un cutis más bien verdoso. Es lo que tienen los tratamientos a base de envidia, que no nutren ni hidratan, pero son inevitables. Yo hoy me he puesto uno  base de litros de admiración por esta rubia valiente.

Suerte querida

miércoles, 16 de marzo de 2011

La vida a pedales

Hoy he desayunado de nuevo con Eva. Qué mujer. Por ella parece no pasar el tiempo. Sigue exactamente igual que cuando compartíamos mesa en el instituto. Con más arrugas, más culo y alguna cana, pero igual que entonces. Idiota.

En ella la bipolaridad es una cualidad innata y, por lo que he comprobado hoy, perenne. Otras tenemos la cualidad de la pereza y mi compañera de clase de hace 20 años tiene la de la indecisión acentuada por un fuerte trastorno mental que la obliga a sopesar los pros y los contras de todo hasta el infinito.

- ¿Qué tal querida?
- Aquí estoy, tratando de decidirme
- Vaya por dios, me lo temía

Y entonces comienzan mi particular calvario combinado con la sensación de deja vú permanente, que a primera hora de la mañana y con media de mantequilla delante no es fácil de digerir.

- Si elijo al nuevo, estaré más cómoda. Lo sé. Seré más feliz porque todo será más fácil.
- Cierto, es la mejor opción querida ¿Prefieres el café en taza o en vaso?
- Pero la seguridad de quedarme con el de toda la vida……
- Eso también es verdad. La tranquilidad tiene un precio que todas debemos pagar. Además no será para tanto.
- Uy que no, te cuento, te cuento
- Lo quieres en vaso, que esto va para largo.
- El nuevo tiene un aspecto impresionante y al de siempre ya le conoces. Igualito que cuando nos conocimos.
- El joven entonces. Lo podrás domar, tonta….. La tostada te la tomas con aceite que la oferta es demasiado amplia.
- Pero no sé si nos acoplaremos bien. El otro y yo encajamos a la perfección. Son tantos años….

Una hora, treinta y cinco pros, cuarenta contras, dos cafés y un par de viajes al baño para acordarme de toda la familia de mi amiga después, ella continúa dándole vueltas a la cabeza y se despide sin más.

Yo le he recomendado comprarse una bicicleta. Un hombre, como un coche, por cómodo, potente y lustroso que luzca consume energías al mismo ritmo que el resto. Los pedales son más sanos, te ponen el culo duro y los manejas tú solita.

miércoles, 19 de enero de 2011

Pasión a mordiscos

Eduardo es alto, apuesto y tiene una de las sonrisas más cautivadoras que he conocido. Hace cosa de cinco años que mantenemos una relación que resulta casi imposible adjetivar, al menos yo no he logrado hacerlo. Probablemente si contratásemos a un observador externo que analizase con detalle nuestra particular historia conseguiríamos un epíteto más adecuado que el que pasa por mi cabeza cada vez que pienso en él, o más bien, en nosotros: esquinofrénica.

Suelo tener necesidad de verle cada cierto tiempo. Es algo físico, casi biológico. Paso semanas pensando en sentarme junto a él y anhelo el momento en el que empiece a actuar. Entonces no espero su llamada que nunca llega, marco su número en mi teléfono y acordamos un día para vernos. Y justo en ese instante, nada más colgar, comienza la pesadilla. De pronto, su imagen se desdibuja y su sonrisa desaparece. Eduardo, que siempre viste de azul, aparece en mis sueños con chaleco a rayas rojas y verdes, y sus ojos son clavaditos a los de Freddy Krueger, y sus manos se convierten en cuchillas y nos mudamos a Elm Street, y , y…. y a mí me asaltan las dudas.

En más de una ocasión le he plantado, pagando mi decisión con creces en forma de penitencia de dolor y lágrimas. Hasta hoy. Esta tarde decidí pasar por alto sus apariciones nocturnas y olvidar mis infundados temores. Me he sentado a esperar su saludo y hemos hecho las paces. Yo le he exculpado por el sufrimiento de nuestra cita anterior y él me ha perdonado el empaste de mi premolar superior derecho. Se ha limitado a la limpieza dental obligada y a la revisión odontológica anual.

Casi le muerdo de la alegría.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Papás probeta

A Teresa su pequeña le ha salido rana.
- Mami, tengo que pintar cómo me gustaría que fuera mi familia cuando sea grande.
- Mi amor, tú ya eres grande y familias hay muchas. Están las que tienen papá y mamá, las que sólo tienen papá o sólo mamá o 2 papás o 2 mamás o una abuela y ….
- No, no, si yo lo tengo claro.
- (dos horas después)… Cariño, parece que tardas ¿has terminado el dibujo?
- Me falta colorearlo; acabo rápido.
- ¡¡¡17 hijos!!!!! Cariño, has dibujado 17 hijos.
- Sí y un papá.
- Pero con tantos hijos no tendrás tiempo para nada más.
- Mamá, respira.
- Aaaaahhhhhggg, pero tu cuerpo no lo resistirá
- No, si no pienso tenerlos en la barriga, los tendré en el laboratorio ése que me explicaste, pero yo sí voy a buscarles padre, que hace más bonito.

Siete años instruyéndola sobre la liberación de la mujer y un dibujo escolar acaba de un plumazo con toda la doctrina……. La que nos espera.



domingo, 10 de octubre de 2010

A mi amiga

Hace una semana, mi hija mayor me hizo una de esas preguntas imposibles de responder.
- Cuando llegas al cielo, mamá, ¿puedes elegir la edad en la que vivir eternamente?
Casi nada. Lo cierto es que escapé como pude sin resolver su duda.

El miércoles perdí a una amiga. Murió sin darme la oportunidad de decirle cuánto la quería, sin recuperar el tiempo perdido en los últimos quince años en los que apenas nos hemos visto. Se fue sin todo eso, pero ayudándome a responder la pregunta de mi hija.

Mi amiga siempre tendrá 15 años y caminará riendo un viernes al salir de clase preparando el fin de semana en el que nos enamoraremos por primera vez de aquellos a los que luego dejaremos sin demasiado problema justo antes de un examen importante para el que estudiaremos toda una noche. Tendremos 15 años y el futuro será eterno.

No podemos elegir la edad en la que vivir eternamente, cariño. Alguien lo hará por nosotros.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Pitágoras me pone

En un triángulo rectángulo, la suma de los catetos A y B al cuadrado es igual a la longitud de la hipotenusa (C) al cuadrado.

Meses me llevó aprenderme el dichoso Teorema de Pitágoras y años, entenderlo. La razón es sencilla. Siempre he sido un poquito obstusa y el dichoso teorema se refiere a los triángulos rectángulos.


Algo, por otra parte, absolutamente imposible más allá de la teoría matemática. ¿Un triángulo recto? Venga ya. … Cuando tres intervienen aunque sea para juntarse en figura geométrica es imposible que salga nada derecho. He intentado confirmar el teorema del matemático griego hablando con mis amigos ilustrados. Son pedantes y pocos, pero alguno tengo. Me han convencido de que efectivamente si juntas un par de catetos con cierta gracia y sólo en la medida justa es más que probable que la hipotenusa dé el resultado previsto.

Y el caso es que cuando conoces a los catetos en cuestión y conversas unos minutillos con ellos entiendes por qué anda tan contenta la hipotenusa. Parecía tonta, pero ahí rodeadita por cada lado, pues la tipa se crece, se eleva al cuadrado o a lo que haga falta. Claro que como todo lo que quiere ser perfecto sólo es posible bajo las circunstancias adecuadas.
Mantener el equilibrio no debe ser fácil.

Los lunes, miércoles y viernes atiendes al cateto “A”, que es más de copa de vino, música tranquilita, conversación pausada y poco dado a las manifestaciones cariñosas. Los martes, jueves y sábados, te quedas con el “B”, que disfruta con una caña, unas risas en cualquier tipo de polígono tenga los lados que tenga y capaz de estrechar el ángulo para achucharte.
El domingo, por supuesto, estás, como tu propio nombre indica (hipo significa debajo) por los suelos y te da por replantearte toda la doctrina matemática y mandar a Pitágoras a … digamos… tomar viento, que se rige por las leyes de la física y el empirismo que es una cosa mucho más práctica que la geometría. O no.

sábado, 28 de agosto de 2010

Pisto con cuernos

Mi frutero me ha puesto los cuernos. Y eso está feo, digo yo. Una compra semanal de 30 euros no ha podido sostener nuestra relación y el muy cabrón me ha dejado por otra que gasta unos centimillos más y que, claro, tiene las manzanas más tiesas que las mías. Es lo que tienen las relaciones de muchos años, que se caen las manzanas. Lo dijo Newton y no seré yo quien lo contradiga.

Mi frutero lo tuvo claro, bueno, más bien lo tuvo pardillo. Al principio lo negó todo, luego me quiso hacer ver que no traerme a casa la verdura no era ninguna infidelidad.

Debo ser yo que lo malinterpreto. Lo perdoné, pero cuando supe que a ella, a la de las manzanas tiesas, no sólo le lleva a casa el encargo de cada martes, sino que además le explica, así a pelo, cómo dorar las manzanas al horno, pues, ya no pude más.

Han abierto muchas fruterías en el barrio y yo ya me he puesto a ampliar las miras y dejarme tentar, que hay verduras de sobra para el pisto.