jueves, 5 de junio de 2008

Comida de viejas

El fogón seguía encendido cuando sonó el teléfono. Agustina escuchó atenta las explicaciones del oficial de la Guardia Civil y volvió rápidamente a la cocina. No iba a permitir que una llamada le estropeara las lentejas que cada lunes preparaba para sus nietos. Al fin y al cabo él acababa de morir en el accidente. Ya no había prisa. Pasaría por el cuartelillo después de la siesta,la primera que echaría en paz en mucho tiempo.

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