martes, 30 de diciembre de 2008

Querido Miguelito

Querido Miguelito (dos puntos y aparte)
Hace años que te busco con un único propósito: devolverte el triste favor que me hiciste hace ¿veintitrés años? Algo así, sí. Aquel día en el patio del recreo cuando te empeñaste en demostrar que los únicos reyes a los que he respetado en mi vida no eran más que fruto de mi imaginación y la visa de mi padre.
Sí, Miguelito, aquella mañana lograste hundirme. Te lo perdoné cinco años después cuando los cotillones y los niños de chaqueta sustituyeron al trío de Oriente en mi imaginario, devolviéndome la ilusión por las fiestas navideñas. Olvidé, pues tu traición durante varios años.
Pero ahora, cuando mi Navidad se reduce a borracheras de trabajo, comilonas familiares y desvaríos diversos con los amigos me he propuesto encontrarte para obligarte a acompañarme en una de esas noches de exceso en las que acabo vomitando hasta el último langostino a cuenta del alcohol de garrafa que, a 10 euros el buchito, despachan en los bares de moda. Entonces te arrepentirás de aquella cruel afirmación y tendrás que disfrazarte de Baltasar (en eso también he crecido y lo del negro me pone más que los barbudos) y dejar de madrugada en mi casa los presentes que espero desde hace veintitrés años cuando taché mi carta entera, a cuenta de un remordimiento de conciencia horrible, tratando de resarcir a mis padres de años de barriguitas, nacys y clics.
Atentamente (coma) se despide (centrado y en cursiva) “Tu ya sabes bien quién”

1 comentario:

BiCiClo dijo...

Olvida a ese Miguelito y no dejes de alimentar a tu imaginación para que siga dando frutos (como este, por ejemplo). Los demás, y espero que tú misma, los disfrutaremos.
Y otra cosa, no cambies los barbudos por los negros: quédate con los dos.