lunes, 1 de septiembre de 2008

De mayor quiero ser Isidoro

He tardado varias décadas, pero por fin he descubierto qué quiero ser de mayor. Lo he sabido esta misma mañana cuando he llegado a la sección de economía del diario. Yo quiero ser Isidoro Álvarez; vamos, que quiero ser un señor muy serio que posa para la prensa con cara de funeral de Estado antes de entrar en la junta general de accionistas de El Corte Inglés para decirles que la cosa se está poniendo muy malita (“tenemos ante nosotros un horizonte muy complejo”, dijo) porque este año las ventas sólo han crecido un 4,7% y sólo hemos abierto cuatro centros nuevos.
Ahí está el tío. Vamos, que no le llega la camisa al cuello por la crisis. Y yo creyendo todavía en la infalibilidad del banderín verde. Porque, vamos a ver, si alguien ha leído La Caverna de Saramago sabrá de lo que hablo. Un centro que se extiende y crece hasta abarcarlo todo y anular al común mortal ¿puede entrar en crisis? Pues oye, que se ve que sí.
Pues a pesar de todo yo quiero ser Isidoro porque me da que este hombre no es un millonario sin escrúpulos que paga una miseria y explota dependientas. No, Isidoro se preocupa por las familias y sus bolsillos, según parece. Y yo de mayor quiero ser un alma caritativa como él y así cuando por las mañana acabe el café y cierre el periódico no tendré que volver a la cola de la administración de loterías a echar la Primitiva, que por cierto parece que ha crecido en ventas un par de puntos más que El Corte Inglés. Eso, señores, también es por la crisis.

3 comentarios:

Miguel Gómez Losada dijo...

he leído tus datos personales, me atrevo a decir que olvidas una cosa, ahora que ya conoces el desencanto eres libre para empezar a soñar como fin último; soñar como fin nunca desencanta. los sueños quizá no se cumplan pero pueden impregnar de belleza todos nuestros actos. yo intento vivir así, y me va mejor.

encantado y hasta pronto

Anónimo dijo...

¿Y si el sueño se convierte en pesadilla?

gloria lizano lópez dijo...

Sí, andamos por tiempos difíciles, también para Isidoro, pues se había acomodado y ahora tiene que pensar estrategias para mantenerse.
Sigue haciendo primitivas, y si un día te toca te vistes como él, te paseas con aire de ejecutiva y amenazas con dejarlo todo y vivir en el campo, rodeada de insectos.