viernes, 29 de mayo de 2009

Tetas compartidas

Manuela (Manola, como la llaman en el barrio) tiene unas tetas de esas que se confunden con los michelines. Ella dice que donde hay carne, hay alegría y que moriría antes de convertirse en una flaca.
Manuela, Manola, no tiene edad, aunque es capaz de recordar historias de cuatro décadas antes cuando se escondía con sus compañeras a esperar a que los policías acabaran el turno para pasar un rato con ellas. Porque Manola es puta de toda la vida.

- Prostitutas son las finas, yo puta, nena, que es lo que hemos sido toda la vida aquí.
- Bien, pero ahora queda más fino lo de “señorita de compañía”
- Uy, compañía. Yo no tengo tiempo de acompañar ná más que a la Paca cuando va a ver a la médica para que le mire lo suyo

Lo de la Paca es un cáncer de mama que la dejó sin pecho hace ya algunos años, aunque Manola la consuela diciendo que ella tiene tetas por las dos. Por eso ella cobra “unos urillos más; que esto hay que pagarlo pa’ mantenelo”.

Manola sólo cuenta historias durante los partidos de fútbol. Cuando los clientes están sentados en el bar. Con el pitido final sale por la puerta agarrada de la Paca y esperan a los perdedores, “que son los que más pagan pa’ quitarse las penas”.


Esta noche han ganado todos. Manola se quedará sin euros, pero descansará junto a la Paca prestándole sus tetas.